Ya deben haber nacido niños que no conocerán los libros tal y como los entendemos hoy: reliquias cargadas de letras impresas que le inyectan vida a oficinas y estanterías con sus lomos; que nos pueden sorprender en cualquier lado sin necesidad de baterías o energía eléctrica; que tienen un aroma, una densidad y una tonalidad específica.
Como un buen vino hecho de papel.
La Feria Internacional del Libro de Bogotá-Filbo 2012, les sirve a los colombianos un banquete descomunal, con una selección de lo más exquisito que se puede encontrar en el mundo, entre los manjares de letras que sobreviven condenados a la extinción por los espíritus vanguardistas que hacen carrera en blogs y redes sociales.
Si nos basamos en las cifras de los negocios realizados en eventos como el que se estará celebrando del 18 de abril al 1 de mayo en Corferias, pareciera ridículo siquiera insinuar que existe una crisis en la lectura de medios impresos.
Sin embargo, los estudios de lecturabilidad desarrollados por entidades como el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe reafirman que, como con los buenos vinos, el público de los libros impresos es cada vez más pequeño, más exclusivo. Y por lo tanto, menos rentable.
Colombia ocupa el sexto puesto en lecturabilidad de libros en América Latina con 2,2 libros por año. Es un promedio desalentador, si se compara con Chile, que alcanza los 5,3 libros. También lo supera Argentina con 4,6, Brasil con 4 y México con 2,9. Y está muy lejos de España, donde los habitantes leen 10,3 libros cada año.
Además, los lectores ‘voluntarios’ son una inmensa minoría en el país. Los que leen, suelen hacerlo cumpliendo una obligación de un programa académico.
Tan solo el 9% de los colombianos, entre el 44% que se considera a sí mismo un lector habitual, lee por motivos de interés en actualización cultural.
A esto se le suma que una gran mayoría, un 67% de los colombianos, dice que no lee porque sencillamente no le gusta. O el televisor no los deja.
Son cifras engañosas, a las que se les escapa el margen de lo que se lee en internet. Quizá por allí el vino corre libre, y cualquiera puede tomarse una copa con solo estirar el brazo.
De cualquier forma, los indicadores de lecturabilidad amenazan el atisbo de optimismo que puede asomarse a raíz de las cifras de negocios conseguidas en Ferias del Libro Pasadas: transacciones comerciales por US$19 millones; ventas directas de libros de expositores por US$6 millones. Y en todo 2011, las exportaciones de productos editoriales alcanzaron US$101,3 millones.
Hoy más que nunca son necesarios estos grandes banquetes que ofrecen eventos como la Filbo, para provocar a los reacios que ponen en riesgo la supervivencia del plato principal.
Ferias similares han demostrado tener un impacto directo en el aumento de la lecturabilidad en Brasil. Necesario, porque como lo resumió Edmundo de Amicis, en 1846 en Italia, con una precisión y una economía de caracteres que seguro envidiarían cientos de twitteros hoy: Una casa sin libros es una casa sin dignidad.
VENTAS DE LIBROS CRECEN EN COLOMBIA, PESE A LOS BAJOS ÍNDICES DE LECTURABILIDAD
Un estudio comparativo de la Cerlalc demuestra que Colombia presenta los índices más bajos de lecturabilidad de medios impresos en la Región. Solo un 26% de la población lee revistas, un 29% lee periódicos, y el promedio de libros leídos al año por habitante es de 2,2.
Mientras que en Brasil, país invitado de honor a la versión 25 de la Filbo, el promedio es de 1 libros anuales.
No obstante, la producción editorial en Colombia viene mostrando buen ritmo. En 2010 se produjeron en Colombia 13.293 títulos, lo que representó un crecimiento del 8,91% respecto al reporte del año anterior. Y de esta cantidad, 12.334 fueron completamente nuevos, de acuerdo con cifras de la Cámara Colombiana del Libro.
Además, en 2009 se habían vendido en el país 35’094.701 ejemplares, principalmente de textos escolares, religiosos, universitarios y de literatura por último. Representaron una facturación en la industria editorial de $556.750 millones, un crecimiento del 3,06% comparado con el año anterior.
Si bien el comportamiento de las ventas es positivo, el estudio de Cerlalc permite concluir que en el país hay mucho por hacer en el tema de promoción de la lectura, así como muchos libros por vender.
Según datos consolidados con base en investigaciones realizadas a lo largo de una década, se concluye que 67% de los colombianos no lee por desinterés o falta de gusto. Y entre los que leen, solo el 32% compra libros.
La Cerlalc destaca que, en las encuestas realizadas, los factores económicos o de infraestructura son percibidos marginalmente por las personas. Un aspecto que se alinea en la consideración de que los bajos niveles de lecturabilidad están determinados por factores personales y culturales, y cuya promoción puede ser especialmente impulsada por eventos como la Filbo, que les permiten a los colombianos estar en contacto con lo mejor de la literatura contemporánea mundial.
El paulatino crecimiento del sector editorial colombiano contrasta con la crisis que atraviesan los medios impresos en todo el mundo. Se ha visto principalmente reflejada en los periódicos y revistas. En 2009 habían cerrado en el país las oficinas de revistas como Rolling Stone y Gatopardo. Una crisis más marcada en países europeos como España, donde cerraron publicaciones como: Metro, ADN, La Voz de la Calle, Gol, entre otros.
44% de la población colombiana se declara como ‘lectora’ según un estudio de la Cerlalc
150.000 ejemplares de libros en formato digital se producen anualmente en Colombia
4.000 periodistas se han ido a paro en los últimos años en España, por la crisis de medios impresos
Por Iván Bernal Marín
Versión original publicada en edición especial del diario La República
http://issuu.com/diario_larepublica/docs/feria_del_libro2012?mode=window&backgroundColor=%23222222
Autocrítica y un llamado a la conciencia de cada uno sobre el cómo se puede alimentar la creatividad, la inteligencia y alcanzar un mejoramiento del carácter a través de la lectura.