Verano fue incendiado en el sur del Atlántico, junto a un gabinete de años viejos

Algunos damnificados del invierno le prenderán fuego esta noche a Eduardo Verano. Sus entrañas, de trapo y hojas secas, arderán en la hoguera del descontento social.

Este muñeco de año viejo, tocayo del Gobernador, espera su hora final en la terraza de Mayerlín Domínguez, en Manatí.

A lo largo del sur del Atlántico se pueden divisar individuos de su raza. Todo un equipo, en sillas plásticas o muros, sonrientes y con los pies encharcados.

Especies de tótems regordetes con ropa vieja. Su incineración servirá de ritual para expulsar del todo los demonios que trajo la lluvia: las casas hundidas, los muebles perdidos, la vida en albergues empapados de miseria.

Mayerlín, una aseadora de 35 años, bautizó a su muñeco como el Gobernador “Porque él dijo que estábamos blindados y pasó esto”. Se refiere a la ruptura del Canal del Dique, y la inundación más grave en los últimos 20 años. “Si no hubiera dicho eso, en Manatí nos hubiéramos prevenido más”.

Al frente de Verano, cruzando la calle, está su novia ‘Saporrita’, la muñeca de año viejo armada por los vecinos.

Con su melena fucsia y pañuelo de flores, sus creadores la consideran un símbolo de inclusión femenina. “Siempre hacen muñecos hombres, pero como la mujer ahora también se emborracha”, dice José Nájera, de 9 años. Es más gorda que su novio porque el arroz y las lentejas que le regalan a los damnificados en los mercaditos “la han puesto pipona”, dice José David Cantillo, 12 años.

Ellos arden en ganas de celebrar, de ver las llamas iluminar la noche del fin del año. “El año pasado fue triste, pura agua”.

A unos kilómetros de allí, están sentados ‘Boquete’ y Estrella; otra pareja de muñecos, representantes de Santa Lucía.

“Son 2, por 2 años. Como el año pasado no pudimos hacer nada… pero contra viento y marea estamos aquí, con ganas todavía”. Luz María Rojano, 53 años, fue la encargada de buscar los jeans más viejos y recoger las hojas para darles vida transitoria a esta pareja.

“Es que el año pasado, qué más incendio que el hueco ese”, añade su esposo, Jaime Arévalo, 61 años. Un jornalero largo, negro y fibroso como pedazos de leña. Mucho más flaco que ‘Boquete’ y Estrella.

“Vamos a encender esos muñecos con buena gana, para que exploten y se lleven todo”.

A la puerta de su casa corren chorros espesos verdinegros, que brotan de alcantarillas. La vivienda duró meses totalmente sumergida, y ahora sus tejas se sostienen sobre columnas enclenques.

Ni siquiera tiene “Acpm para espantar los mosquitos”, por lo que les echará “puro fósforo”.

De una forma u otra, los muñecos crepitarán; volarán y se dispersarán como cenizas en la oscuridad, tras un último resplandor. Igual que el año y el invierno. Solo quedará una mancha de hollín de Verano y su gabinete de muñecos de trapo, lista para que la barran.

 

Por Iván Bernal Marín

Publicado el 31 de diciembre de 2011 en el diario El Heraldo
http://www.elheraldo.co/local/en-el-sur-ardera-un-gabinete-de-munecos-de-ano-viejo-51476

Acerca de Iván Bernal Marín

Editor y periodista con estudios en filosofía. “La libertad del cronista permite contar mejor la verdad”, EMcC.
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