«Gabo se dedicó a releerse»: embajador José Gabriel Ortiz.

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Hay un antílope y una gacela disecados, una foto con rifle ante una pila de faisanes, un globo terráqueo, una lupa, un daguerrotipo. Todo en el salón apunta a un cazador, a excepción de tres premios Tv y Novelas y una serie de portarretratos, donde se ve a su habitante sonriendo con el magnate mexicano Carlos Slim, estrechando la mano al Rey de España, hablándole al oído a Germán Vargas Lleras, y abrazando a Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis.

José Gabriel Ortiz, embajador de Colombia en México, habló con EL HERALDO en su estudio en el DF e insistió en su aspiración de que las cenizas del recién fallecido nobel sean compartidas entre ambos países, tal como se comparte el amor por su obra.

 

El ingeniero, presentador de televisión, empresario, fotógrafo y arquitecto frustrado, contó además detalles sobre sus últimos encuentros con Gabo, de quien dice “intuía” la muerte, y había entrado en una etapa de relectura de sus propias obras.

 

P ¿Cómo fue su último encuentro con Gabo?

R: Existe un bar aquí que se llama Siqueiros, muy famoso. Gira todo alrededor de un pianista que interpreta melodías que el público le pide. Uno se para ahí al frente del piano y canta. Allí yo hablaba con Mercedes, comentábamos mucho el acontecer político de Colombia.

 

Fue a finales del año pasado, y cantamos y bailamos. Y Gabo, notable, sacaba a todas las señoras a bailar. Siempre tenía una frase amable para todas. Con Mercedes hablábamos de cómo iba el gobierno del presidente Peña Nieto, de la empatía que existe entre él y el presidente Santos.

 

Gabo en los últimos meses más bien se limitaba mucho a escuchar, a oír. De pronto asentía con una cosa: hombre sí, estoy de acuerdo, o no. Yo creo que él en sus últimos meses, me atrevo a decir, entró en un periodo de introspección. Me cuentan sus allegados que él comenzó a releerse a sí mismo. Miraba mucho Cien años de soledad, El otoño del patriarca.

 

Pienso que él mismo intuía desde hace unos meses: yo ya me debo preparar para irme a otro estadio. Es mi sentimiento íntimo.

 

P  ¿El homenaje respondió a la voluntad de Gabo?

 

R: Yo estoy seguro de que ellos, Gabo y su familia, no planearon nada. Todo lo contrario, se les vino encima. Todo este homenaje que les hizo el gobierno de México fue una cosa que les nació a los mexicanos. Que necesitaba México hacerle ese homenaje, esa despedida, porque considera a Gabo como uno de sus hijos.

 

En el Palacio de Bellas Artes se despide a los grandes. Octavio Paz, Carlos Fuentes, el último homenaje a todo grande de México pasa por ahí. Y así se lo hicieron a Gabo. Ellos aquí lo consideran un mexicano más.

 

Es más, a mí a veces me tocaba decirles, un momentico: Gabo es colombiano. Nació en Colombia, se casó con una colombiana, sus hijos son colombianos, su madre, su padre, sus abuelos, son colombianos. Macondo nace en Colombia, en tu tierra, nace en Barranquilla. En La Cueva.

 

P ¿Las cenizas se quedarán entonces acá, o allá?

 

R: Esa es una decisión totalmente íntima y privada de la familia. No podemos ni debemos incidir en esa decisión. Ellos han querido decir: no hemos resuelto todavía nada. De alguna manera le están diciendo a la gente, por favor no nos presionen.

 

Ya llegará el tiempo en que diremos qué vamos a hacer con todas sus cenizas. Yo como colombiano, y no estoy hablando como embajador, pienso interpretar el sentimiento de todos mis compatriotas, del presidente Santos para abajo, al decir que quisiéramos tener parte de sus cenizas en Colombia.

 

¿Por qué? Porque Gabo es colombiano. Y uno debe volver a las raíces, y sus raíces están allá. En Aracataca, Cartagena, Bogotá, no sé. Pero sí me gustaría que pudiera estar parte de sus cenizas allá, para poderlo despedir allá también, de una manera física.

 

POR IVÁN BERNAL MARÍN
Enviado especial El Heraldo a Ciudad de México
Entrevista publicada el jueves 24 de abril
http://www.elheraldo.co/cultura/gabo-se-dedico-releerse-embajador-150289

Acerca de Iván Bernal Marín

Editor y periodista con estudios en filosofía. “La libertad del cronista permite contar mejor la verdad”, EMcC.
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